10 Profanó el Tofet del valle de Ben Hinnom, para que nadie hiciera
pasar por el fuego a su hijo o a su hija en honor de Mólek.
11 Suprimió los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al Sol,
a la entrada de la Casa de Yahveh, cerca de la habitación del eunuco Netán
Mélek, en las dependencias, y quemó el carro del Sol.
12 Los altares que estaban sobre el terrado de la habitación superior de
Ajaz, que hicieron los reyes de Judá, y los altares que hizo Manasés en los
dos patios de la Casa de Yahveh, el rey los derribó, los rompió allí y arrojó
sus cenizas al torrente Cedrón.
13 El rey profanó los altos que estaban frente a Jerusalén, al sur del
Monte de los Olivos, que Salomón, rey de Israel, había construido a
Astarté, monstruo abominable de los sidonios, a Kemós, monstruo
abominable de Moab, y a Milkom, abominación de los amonitas.
14 Rompió las estelas, cortó los cipos y llenó sus emplazamientos de
los huesos humanos.
15 También el altar que había en Betel y el alto que hizo Jeroboam,
hijo de Nebat, el que hizo pecar a Israel, derribó este altar y
este alto,
rompió las piedras, las redujo a polvo, y quemó el cipo.
16 Volvió la cabeza Josías y vio los sepulcros que habían allí en
la
montaña; mandó tomar los huesos de las tumbas y los quemó sobre el altar,
profanándolo, y cumpliéndose así la palabra de Yahveh que había dicho al
hombre de Dios cuando Jeroboam estaba en pie junto al altar durante
la
fiesta. Josías se volvió y vio la tumba del hombre de Dios que había dicho
estas cosas;
17 y dijo: «¿Qué monumento es ése que veo?» Los hombres de la
ciudad le respondieron: «Es la tumba del hombre de Dios que vino de Judá
y anunció estas cosas que has hecho contra el altar de Betel.»
18 Dijo él: «Dejadle en paz. Que nadie toque sus huesos.» Y salvaron
sus huesos, junto con los huesos del profeta que vino de Samaría.
19 También hizo desaparecer Josías todos los templos de los altos de
las ciudades de Samaría que hicieron los reyes de Israel, irritando a Yahveh,
e hizo con ellos enteramente como había hecho en Betel.
20 Inmoló sobre los altares a todos los sacerdotes de los altos que se
encontraban allí y quemó sobre ellos huesos humanos. Y se volvió a
Jerusalén.
21 El rey dio esta orden a todo el pueblo: «Celebrad la Pascua en
honor de Yahveh, vuestro Dios, según está escrito en este libro de
la
alianza.»
22 No se había celebrado una Pascua como está desde los días de los
Jueces que habían juzgado a Israel, ni en los días de los reyes de Israel y de
los reyes de Judá.
23 Tan sólo en el año dieciocho del rey Josías se celebró una Pascua
así en honor de Yahveh en Jerusalén.
24 También los nigromantes y los adivinos, los terafim y los ídolos y
todos los monstruos abominables que se veían en la tierra de Judá y
en
Jerusalén, fueron eliminados por Josías, para poner en vigor las palabras de
la Ley escritas en el libro que encontró el sacerdote Jilquías en la Casa de
Yahveh.